martes, julio 03, 2007

La crisis energética llegó para quedarse

Gerardo Rabinovich, director del Departamento Técnico del Instituto Argentino de Energía, explicó los alcances de la crisis estructural que padece la Argentina a nivel energético. Mientras el gobierno manifiesta que se trata de un problema pasajero, los estudios técnicos muestran que durante varios años nuestro país deberá acostumbrarse a la escasez de recursos. En cuanto al desarrollo, seguiremos en la vía.


Con respecto a la crisis energética hay una suerte de polémica: por un lado están los que dicen que no existe tal crisis y por el otro lado hay muchos especialistas que vienen hace tiempo alertando sobre esto. ¿Cuál es su posición al respecto?

Creo que hoy decir que no hay crisis es vivir en otro mundo; porque solamente hay que mirar los diarios que se han publicado desde mayo hasta hoy y no creo que haya ni un solo día en el que no se haya planteado un trastorno derivado de problemas en el sector energético. La falta de gasoil, la falta de gas, corte de GNC, corte a la industrias, si esto no significa que el sector está en crisis… me parece que esta discusión a esta altura ya está superada; de lo hay que hablar fundamentalmente es de cómo superar esta situación.
Primero pedirle a los responsables de administrar la cosa pública que admitan la profundidad de los problemas y ver cómo salimos de esto.


¿Usted cree que hay gente por parte del Gobierno que no admite que hay una crisis?

El Gobierno durante mucho tiempo no admitió la existencia de una crisis, esto está claro; hasta hace pocos días no lo admitía.
Los últimos días lamentablemente la situación se ha agravado, se ha profundizado por problemas que hay en los embalses en el Comahue, por problemas de temperatura, de disponibilidad en los equipos; y ya hoy el Gobierno admite que tiene dificultades.

El problema del Gobierno es que cree que estas dificultades van a pasar rápidamente y según nuestros estudios, esta crisis estructural llegó y se va a quedar un largo rato con nosotros.


Usted hace unos días dijo que tenemos nueve años de reserva de gas. ¿Eso qué significa?¿Qué tipo de restricciones deberían tomarse para que esos nueve años de reserva no se evaporen rápidamente?

Lo de los nueve años de reserva de gas es simplemente un indicador técnico para los que trabajamos en la industria, para poder saber qué es lo que estratégicamente se puede hacer con el gas. Durante mucho tiempo podemos permanecer con nueve años de gas, por ejemplo en el petróleo desde el año 90 la relación entre la reserva y la producción ha sido de 10 años aproximadamente.
¿Cuál es el limitante de este número? Que yo con 10 años de reserva de petróleo no puedo plantearme construir un refinería nueva y cargarla con mi propio petróleo porque esa refinería se tiene que amortizar en 25 años.

Entonces necesito tener (y lo mismo pasa con el gas para hacer un gasoducto) esas reservas en mi territorio para viabilizar una obra que pueda ser abastecida con mis propios recursos. Sino tengo que pensar en abastecerla con recursos importados. Lo que no me permite ese número es pensar que voy a seguir creciendo en base al gas.

Los limitantes que hoy tenemos de gas están fundamentalmente en la capacidad de producción, hoy no se está inyectando todo el gas que se podría inyectar en cabeceras de gasoducto y por otro lado hay un serio limitante en la capacidad de transporte.


Con respecto al corte de suministro en las industrias ¿qué tendríamos que hacer para mantener el nivel de reservas, sin sacrificar a todos por igual?


Hoy estamos con el problema encima, entonces hoy hay que priorizar el suministro, hay que tener una política que lo priorice.
Es decir, en situaciones de frío extremo le entrego a las casas, o hay industrias que no pueden parar, a esas no les puedo cortar porque sino pierden producción, se les arruinan las máquinas, los hornos.

Esto tiene que ser parte de una política instrumentada desde el Gobierno que defina cuáles son las prioridades tanto de la producción como de la sociedad. Hoy esa política no existe. Sólo hay una política definida muy gruesamente que es: a la gente no hay que cortarle.

Esto es elemental, porque sino arruinamos la calidad de vida de la gente; pero entonces ¿a quién le cortamos?¿cómo priorizamos ese suministro?¿cómo ahorramos?. Porque hoy por hoy, y esta es otra dimensión del problema del que no hablamos pero está subyacente, con el precio con que llega el gas a los domicilios, no tengo ninguna señal que me indique que ahorre. Y si además digo que no hay ningún problema ¿por qué voy a ahorrar?.

Yo no le puedo cortar a la gente pero necesito decirle a la gente que ahorre porque tampoco le puedo cortar a la industria o a determinadas industrias en determinados momentos en los cuales pierden producción o se le arruina equipamiento.
Entonces se debe tener una política que prevea estos problemas que son complejos. No puede dejarse librado a la mano del mercado.

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