lunes, mayo 28, 2007

Emprendedores en incubadoras de empresas

Los estudios de Radio El Mundo fueron el marco para la charla con Mario Spina, uno de los primeros emprendedores egresados del programa IncuBA. Spina nos contó cómo logró alojarse de la resignación que hubiera significado "poner una panchería o vender facturas" en lo peor de la crisis.

Durante tres años su emprendimiento estuvo incubado. En ese período él y su socio lograron concentrar sus esfuerzos para consolidar la editorial Comm Tools, especializada en libros de diseño, que hoy vende a todo el país a través de internet.




IncuBA es el programa del Gobierno de la Ciudad que brinda apoyo a emprendimientos relacionados con el diseño y las industrias culturales.

Mario Spina, socio fundador de la editorial Comm Tools y el portal Red Argenta, fue uno de los primeros emprendedores incubados, allá por 2002. Luego de varios años, logró superar los obstáculos y se ganó un lugar en el mercado, a través de la edición de libros de diseño y la venta en internet.

Spina también es autor del libro "Guía Práctica para Emprender en el Diseño" y colabora en los cursos de capacitación para emprendedores que se dan en esa institución. A continuación, la charla que mantuvo en Noavestruz con Nino Fernández y Diego Mastrodicasa.


¿Cómo ayuda a los emprendedores la incubadora de empresas del Gobierno de la Ciudad?

Es como una incubadora de bebés. En nuestro caso, éramos como bebés que estábamos desnuditos, mal nutridos, no teníamos coloración en la piel y llegó la incubadora que nos dio luz, nos dio calor y mirá ahora...

Al emprendedor incubado se le brinda muchas cosas: espacio físico, telefonía, internet, soporte y mucho asesoramiento.

Además, se brinda capacitación previa para los emprendedores que quieren postularse al concurso, donde también estoy participando como docente.


¿Cómo llegaste a IncuBA?

En el año 2002 IncuBA hizo el primer llamado a concurso para presentar proyectos. Para ese entonces yo trabajaba junto con Jorge Piazza, mi actual socio. Veníamos desarrollando un estudio de diseño y en forma paralela la editorial Comm Tools, que realizaba algunas publicaciones esporádicas.

La crisis nos ayudó a decidirnos: o continuábamos con este emprendimiento o nos dedicábamos a vender facturas, o poníamos una panchería. Esto lo digo en serio, son opciones que barajábamos en aquel momento.

Entonces, apareció la convocatoria de IncuBA. En ese momento, estábamos fundidos, con muchas deudas, no teníamos más oficina, trabajábamos en un rinconcito del living de nuestras casas y necesitábamos ayuda porque no sabíamos cómo hacer para llevar el negocio adelante.


¿El proceso de selección fue difícil?

Sí. Y por suerte no supieron elegir y nos dejaron entrar... (risas)
Tuvimos que presentar un plan de negocios con una serie de requisitos formales, que evaluaba un jurado. Fuimos pasando instancias y así fuimos uno de los primeros trece emprendimientos elegidos en el año 2002.


¿Al ingresar al programa tuvieron que dar un "golpe de timón"?

Sí, lo más difícil de todo fue decidirnos a meternos de lleno en la edición de libros y abandonar el servicio de diseño que estábamos dando. Llegó un momento que nos dimos cuenta que no podíamos llevar adelante bien dos cosas distintas.

Fue un momento muy difícil y solamente lo pudimos llevar adelante por la decisión y el apoyo familiar. Eso fue importantísimo, porque estuvimos mucho tiempo sin ver un mango.


¿La incubadora les abrió los ojos con respecto al foco que tenían que hacer en el negocio?

Digamos que también nos fuimos dando cuenta solos. La incubadora apoya mucho pero hace falta muchísimo del lado del emprendedor, porque lo que te ganás cuando entrás en la incubadora es la posibilidad de desarrollar tu empresa. No te regalan nada, todo te lo tenés que ganar y trabajar para vos mismo.

La decisión fue poner el foco en esto, creímos en el emprendimiento, creímos que podía funcionar y así fue.


¿Qué te dejó la experiencia?


Tuve que aprender temas comerciales, contractuales y legales.
Los diseñadores generalmente no tenemos ni idea cómo se lleva un negocio adelante. Hasta ese momento me definía a mí mismo como diseñador. Hoy soy editor y manejo una editorial. Si bien yo sigo haciendo el diseño de mis libros porque me gusta, mi función dentro del emprendimiento cambió.


¿Y sobre temas comerciales que aprendiste?

¡Que tengo que ganar guita todos los días!.

Una de las cosas que aprendimos en la incubadora fue no sólo el desarrollo de la editorial sino de un canal de ventas. Inicialmente pensábamos que con el canal comercial tradicional nos alcanzaría, pero en la práctica no fue así y por eso desarrollamos un canal propio. Ese canal se montó en un sitio web, que es Red Argenta.Allí no sólo vendemos libros sino que también difundimos noticias, novedades y concursos en relación al diseño.


¿Por qué no les alcanzaba con el canal tradicional?


No nos servía porque exige una relación comercial que es difícil para los microemprendedores. Los negocios minoristas no compran los productos sino que los reciben en consignación. A los que hacen productos de diseño les pasa lo mismo.

Por ejemplo, yo hago una tirada de dos mil libros, invierto, y luego el resultado es tengo la mercadería parada en distintos comercios y no me ingresó dinero.

Por eso nos decidimos a encarar las cosas dce otra manera y así desarrollamos un canal propio.

Hay que tener en cuenta que no porque uno arma un sitio web, empieza a vender mañana. Nosotros recorrimos y recorremos el país. De esta manera, empezamos a generar contenidos propios.

Yo me especialicé en los emprendimientos de diseño mientras que mi socio investigó el negocio del diseño, los temas de presupuestado. Con esos contenidos vamos a distintos lugares de Argentina, viajamos mucho. Damos charlas, armamos seminarios y cuando no hay congresos se los proponemos nosotros a las universidades.

Esto nos permite estar en contacto directo con nuestro potencial comprador, ya sea el alumno, el docente, el profesional, y hacer un estudio de mercado permanente.

Cuando uno se encuentra con la gente, ve qué productos le gustan y qué productos no, se vuelve con la dirección de correo electrónico de esa persona para mandarle información. Así se arman las famosas redes. Y en este aspecto nos ayudó mucho la incubadora.


¿Qué rescatás de los ejercicios o simulaciones que hicieron en IncuBA?

Lo más interesante es escuchar a otros emprendedores. Ellos te explican la verdad de la milanesa . Por un lado aprendímos la teoría, pero donde más se aprende es un ciclo de aprendizaje vivencial. Cuando tenés a alguien enfrente que te cuenta, te explica, eso es lo que más te deja, y de eso aprendimos mucho. También aprendimos muchos del aporte que tiene la incubadora permanente y constante en las tutorías. Los tutores trabajan junto al emprendedor en reuniones semanales.


¿Cómo funcionan las tutorías?

El emprendedor le plantea a su tutor qué es lo que tiene pensado hacer. De acuerdo a esto, el tutor empieza a hacer sugerencias pero siempre lo empuja a que investigue, no hay soluciones cerradas, no existe un paquetes que comprás.

El tema es que el emprendedor se mueva, guiado un poco para que cuando se aparte del camino le den un cachetazo y le digan “acomodate flaquito, es por acá”.
En esto no hay fórmulas. El tema de los emprendimientos es mucho más complejo que el de las empresas, en esto está lo personal del emprendedor. Generalmente detrás del emprendimiento hay una persona que es su motor y que tiene vivencias, situaciones familiares, personales, que influyen directamente en el emprendimiento.


Muchos emprendimientos no sobreviven los primeros años de su desarrollo ¿La incubadora sirvió para superar el temor a quedar en el camino?

Yo fui viendo cómo iban quedando en el camino. Porque como te decía antes, depende mucho del incubado y de lo que haga por sí mismo. El incubado es un ser humano normal que tiene un objetivo en la vida. Cuando ese objetivo no está muy claro, la empresa no va para adelante.

En nuestro caso, este año cumplimos cinco años de emprendimiento/empresa. En todo este tiempo vi muchísimos que quedaron en el camino. Un estudio dice que de cada 20, son seis los que hacen algo y uno solo llega a consolidar su emprendimiento. Esta estadística es muy cercana a la verdad.


¿Cómo percibís vos el interés por el diseño en Argentina?

En muchas regiones relegadas hay más necesidad porque las cosas no llegan. Para la Argentina, a pesar de ser un país federal, todo transcurre en Buenos Aires. Y como nosotros sabemos que esto no es así, nos volcamos todos los lugares donde hay mucha demanda insatisfecha. Actualmente, hay más de 100 instituciones que enseñan diseño, hay muchísimos alumnos y nosotros somos una de las pocas editoriales argentinas que tienen continuidad en temas de diseño. Eso es muy bien recibido.



¿Qué es lo mejor de emprender en la Argentina?

Lo principal es que se disfruta todos los días y eso es lo que más vale la pena. Porque llegar a un objetivo no es el fin de la vida. Para mí, el fin de la vida es disfrutar el camino. Y el camino del emprendedor es justamente eso, disfrutar cada día que se levanta y puede hacer lo que quiere. Si gana guita, mejor.

No hay comentarios.: