viernes, diciembre 08, 2006

El sector textil apuesta a seguir creciendo en 2007


Aldo Karagozian, presidente de la Fundación ProTejer fue invitado a Noavestruz, donde dialogó con Nino Fernández acerca del problema de las importaciones provenientes de China. También describió la siuación actual del sector y las expectativas para el año próximo.


La industria textil, de alguna forma, pasó de ser la más golpeada en la década del '90 a ser una de las más destacadas después de la devaluación, con un fuerte crecimiento de la producción y el empleo.

Aldo Karagozian, presidente de la Fundación ProTejer, una entidad que trabaja a favor del sector textil y de la indumentaria, explicó en Noavestruz cómo lograron recuperarse de la crisis y cuáles son las claves para seguir creciendo.


¿En la actualidad, algunos analistas afirman que el desempeño del sector no está libre de algunos nubarrones ¿no es así?

Sí, pero el sector ha recuperado gran parte del terreno perdido y está en un nivel de producción por encima del pico de la década pasada. Esto hace que el empleo sea mucho más productivo de lo que era, de hecho, se han recuperado 200 mil de los 300 mil puestos que se habían perdido. El sector está trabajando a buena capacidad instalada, con un nivel de inversiones que está creciendo en un 20% anual, con lo cual el techo se corre de año en año.

Sin embargo, hay señales de alarma que vienen dadas por dos frentes: uno es el nivel de importaciones, que este año va a llegar a 1.200 millones de dólares. El pico más alto que conoce la Argentina es de 1.100 millones, por lo tanto, este año lo superamos. Además, hoy, 1.200 millones de dólares es mucho más que 1.100 millones de la época de la convertibilidad.

La segunda preocupación es la rentabilidad del sector. Los textiles estamos teniendo aumentos de costos como todos los sectores y es muy difícil trasladar a precios estos aumentos de costos. Entonces, estamos con un buen uso de la capacidad instalada y un gran volumen de venta, pero con una dificultad de trasladar estos costos a precios. Somos muy sensibles al alto volumen que tenemos; esto es una luz amarilla del sector.


¿Cuántas empresas “se llevó” la década del noventa cuando el pico de las importaciones llegaron a 1.100 millones de dólares?

No tengo el número exacto, pero son miles. En cuanto a los empleos, fueron entre 300 mil y 500 mil, lo que da una referencia de la destrucción que hubo.
Por suerte, quedó una industria con buena tecnología y con muy baja capacidad en uso, que permitió una recuperación espectacular. En marzo y abril de 2002, cuando todos en Argentina se estaban levantando, el sector textil estaba trabajando muy bien.

Nosotros decimos que nos deben usar como a los “canarios en las minas”, que cuando les falta el aire, la gente empieza a correr. El sector textil tiene esta característica, es el primero en recuperarse ante los estímulos positivos y el primero al caer ante los negativos.

Fuimos los primeros que planteamos el tema de la invasión de productos brasileños. En mayo de 2003, dimos la voz de alerta y detrás de nosotros cayeron uno a tras de otro los demás sectores.


¿Además de las brasileñas, supongo que les preocupan las importaciones chinas?

Sí, muchísimo, a pesar de que el 60% de las importaciones textiles vienen de Mercosur y no tienen ningún tipo de arancel. China es muy preocupante al ritmo que va creciendo. Este año van a aumentar un 45 o 50% las importaciones desde ese país. De todas formas, ya lo hemos vivido la década pasada, 6 de cada 10 sweters eran importados.


¿Cuánto más barato entran los productos de Brasil?

No es mucho más barato. Competimos de igual a igual. Es un buen competidor para Argentina porque de alguna manera regula los precios. El gran problema lo tenemos con China. Por ejemplo, se pueden conseguir camisas chinas a un valor que oscila entre uno y cuatro dólares.


¿De qué calidad son estos productos?

Lo terrible es que la calidad es muy buena, y hay un “dumping social”. Los paises tienen que decidir si se lo bancan o no. Los países desarrollados como Estados Unidos y algunos de Europa, ponen cupos. Es decir, se entrega solamente una parte del mercado, y entonces la industria nacional tiene un lugar para ocupar.

China es muy preocupante, aunque entendemos que no va a ser siempre así. En 5, 7 ó 10 años su nivel de ingreso va a ser mayor.
Van a subir los impuestos y los sueldos...
Sí. Se transformará en economía de mercado, pero para ese momento si nosotros dejamos morir todas nuestras industrias, el que va a poner las condiciones va a ser el chino.

Entonces, es peligroso entregar gratuitamente sectores manufactureros, porque no es el textil solamente. Estamos hablando también de juguetes, calzados o electrodomésticos. China es fuerte en cualquiera de estos rubros y lo terrible es que la calidad es muy buena.

¿No están proponiendo cerrar la economía? Porque se supone que tienen en cuenta el impacto que pude llegar a tener sobre precios…

Primero, en el mundo no existe cerrar la economía. En Argentina hay un mito de que la industria textil tiene alguna protección en particular que otras industrias no tienen. Por supuesto que no es así; la industria textil corre con las generalidades de toda la industria nacional. Entonces, no planteamos lo que sería un cierre utópico, porque la importación es el complemento de la industria nacional. Pero hay sectores muy destruidos por la importación -como el de las toallas- en el que 6 de cada 10 productos en el marcado argentino son brasileños. En este caso, si no entra ni una toalla más en nuestro país, habría un grave problema de abastecimiento.

Por eso tiene que haber una sana convivencia entre el producto nacional y el importado. Justamente, la convivencia no es sana cuando un sector es depredado por un producto extranjero y después el que pone las condiciones es el extranjero.


¿Cómo ves el balance de la industria textil durante 2006?

El balance es muy bueno en general. El sector presenta rentabilidad y sigue creciendo. Las señales de alarma que aparecen son: por un lado el aumento de las importaciones a un ritmo superior al que aumenta la demanda y por el otro, el crecimiento del sector a un ritmo inferior a ese incremento de la demanda. Claramente, los productos importados están ocupando más lugar que la industria nacional.

En 2002, el sector estaba en una utilización de capacidad instalada del 30%. Hoy está en el 88% y va creciendo de año en año, porque el nivel de inversiones es muy bueno. Por eso el balance en estos cuatro años es muy bueno y esperamos un 2007 mejor aún. Estamos trabajando para que esto sea sustentable.


Dijiste que hay una caída de la rentabilidad. ¿Cuánto tiene que ver con eso el tema de los controles de precios?

El sector se está cuidando mucho en trasladar los aumentos de costos a precios, aunque esto es muy difícil de controlar porque son miles los formadores. Pensemos que hay miles de locales textiles y de indumentaria.

¿En lo que va del año, el comercio minorista trasladó a precios?

El comercio minorista también es muy difícil de controlar. Para dar un ejemplo, una delegación de industriales acabamos de volver de España. Allí nos contaban que en los últimos cinco años, la importación se multiplicó por cuatro, mientras que los precios de compra se dividieron por dos, o sea que cuesta la mitad de lo que costaba y el precio al público siguió aumentando.

Lo que demuestra que incentivar la importación no va disciplinar el precio. Nosotros intentamos comunicarle esto al Gobierno. En el largo plazo, puede ser que sí, como ocurrió durante la convertibilidad, pero fue a costa de una destrucción total.


¿Qué están pensando para el año que viene en materia de sueldos y precios?

Tenemos que ser muy criteriosos. En cuanto a los precios, pensamos mantenerlos. Aunque es muy difícil, porque nosotros no somos una láctea que tenemos el 30 o el 40% del mercado. Es muy difícil congelar un precio y controlar este congelamiento. Pero, en mi empresa, por ejemplo, yo pago la electricidad 3,7 veces mas de lo que pagaba en la época de la convertibilidad. Los sueldos están 4 veces más y el transporte 2, 8 veces más que en aquel momento. Hemos tenido aumentos de precios significativos y hoy nos salva el volumen.

Respecto de los sueldos, hoy son mejores que los de la época del 1 a 1, pero hay que ser cautelosos. No matemos a la gallina de los huevos de oro. Por suerte, tenemos un gremio cauteloso, que a la vez ha defendido muy bien a su gente. Sino la destrucción de la década pasada hubiera sido mucho mayor.

La explosión industrial de China es una amenaza para muchos sectores y también para buena parte de los países del mundo.
¿Esto se enfrenta con especialización o buscando los nichos descuidados?


Respuesta compleja porque nosotros venimos de España en donde se dedicaron a explotar determinados nichos y finalmente también desaparecieron. Lo que está ocurriendo es que China ingresa la prenda terminada con toda la sofisticación que se desarrollaba en España.
Creo que lo que hay que decidir es si Argentina quiere tener una industria textil o no la quiere tener.
Una vez decidido esto hay que ser creativos. Los gobiernos soberanos siempre tienen herramientas para defender a un sector.

Europa, Brasil y Estados Unidos en los últimos 25 o 30 años han manejado cupos con China. Por ahora es una luz amarilla. Hay que ver mes a mes qué ocurre con las importaciones.
Y si hay algo que hacer, el sector privado se lo tendrá que plantear al Gobierno. El sector público es el que maneja la balanza entre los beneficios a la industria y los beneficios al consumidor.

¿Te parece que la ministra Felisa Miceli puede escuchar el reclamo de ustedes en este sentido y obrar en consecuencia?

Actualmente tenemos un buen diálogo con el equipo económico y con el secretario de Industria.
Son muy importantes las señales que da el Gobierno cuando habla de reindustrializar Argentina. Esto motiva a las pymes y a las grandes empresas a seguir invirtiendo.

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